En una oportunidad previa ya habíamos tenido la oportunidad de referirnos a asuntos
relacionados con el género de las palabras, pero resulta un tema tan interesante y además
fecundo que de nuevo nos ocupa.
relacionados con el género de las palabras, pero resulta un tema tan interesante y además
fecundo que de nuevo nos ocupa.
Para entenderlo es fundamental tener claro que: en lo que concierne al español los seres vivos
tenemos sexo; las palabras, género. Esto quiere decir que el sexo biológico no tiene nada que
ver con la clasificación genérica que reciben (arbitrariamente) los sustantivos, así como
adjetivos, pronombres y artículos.
Contamos con un género neutro, el cual se manifiesta en algunas funciones gramaticales,
como es el caso del artículo (lo) que usamos con los adjetivos (lo bueno, lo malo, lo feo).
También en los pronombres tanto personales en tercera persona del singular (ello, lo), así
como en los demostrativos (esto, eso, aquello).
En estos tiempos de periódica actividad legislativa, a muchos les placería que el español
contara con varios sustantivos neutros y así poder “votar” por una conocida ley: la de la
economía expresiva, que consiste en acudir a sustantivos colectivos cuando nos queremos
referir a un grupo que incluye tanto a hombres como a mujeres y así poder simplificar
enunciados en donde haya mucha gente, sobre todo si esta gente es profesional
(médico/médica, químico/química y así).
El tema de la igualdad de géneros es uno bastante complejo y con no pocos estudios y teorías
a cuestas. La corrección lingüística y la política nos ha llevado por rumbos en los que aún en
este siglo nos podríamos perder, como si se tratase de un laberinto. La relación lenguaje poder
ha creado toda una estructura no solo lingüística pero también de pensamiento, en la que el
sexo masculino históricamente se ha impuesto como es el sujeto central.
Obviamente el lenguaje, como expresión de la actividad humana, refleja esas relaciones y
estructuras, y en la gramática encontramos en este sentido que el género masculino es la
forma no marcada o inclusiva. Esto quiere decir que si expresamos: "los policías de la ciudad" nos referimos a los de sexo masculino y femenino. Por su lado, la forma marcada es la da el género gramatical femenino, que se caracteriza por ser la excluyente, ya que si decimos "las policías de la ciudad" ya sabemos a quienes estamos dejando por fuera. Pobres, ¿no?
Así que estamos entre dos terrenos: el del lenguaje sexista (aunque hay quienes objetan esta
idea, argumentando que el lenguaje no es sexista sino el usuario de una lengua) y la extrema
corrección política-lingüística, en la que se abusa en el uso del género femenino, incluso
haciendo usos de términos inexistentes.
Celebramos los logros que se alcancen en el tema de la igualdad, así como lo hacemos cuando
alcanzamos convenciones que procuren el entendimiento entre los hablantes y usuarios de un
idioma, sobre todo cuando a través de ello definimos nuestra identidad. De modo que
trabajemos por propiciar espacios en los que podamos discutir estas cuestiones.
Si quieres compartir tus experiencias con nosotros, escríbenos a madrelengua@gmail.com y
recuerda que cuando de lengua se trata, Madre solo hay una Hasta la próxima.
recuerda que cuando de lengua se trata, Madre solo hay una Hasta la próxima.